
La presidencia española de la UE: el reto de los Balcanes Occidentales y los WB6 (I)
Los Balcanes Occidentales (BB.OO.) es una región no demasiado conocida por los por la opinión pública española. Se encuadran en la península balcánica, que constituye la esquina suroriental del continente europeo. Dicha región incluye a países y territorios que comparten grosso modo similitudes culturales, históricas y geográficas… ¡grosso modo, ojo! Los países y territorios de los BB.OO. son, de norte a sur: Eslovenia, Croacia, Serbia, Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Montenegro, Albania y Macedonia del Norte.
Si nos fijamos: es justo la antigua Yugoslavia y Albania. De los países aludidos, sólo Eslovenia y Croacia son estados miembro de la Unión Europa. El resto son candidatos al ingreso en la misma, y se les denomina por los especialistas “los 6 de los Balcanes Occidentales”. Por aquello de ahorrar espacio, se usa, abreviado, “WB6” (en inglés, abreviatura de West Balkans 6). Bien mirado, parece el título una película sobre una banda de ladrones de guante blanco; pero no: los WB6 -los de verdad- son mucho más complicados que eso.
Albania fue durante la época comunista un estado aislado , un estilo a la actual Corea del Norte más volcado a China que a la URSS. Yugoslavia, en cambio, constituyó el ejemplo contrario: un país dinámico y abierto al exterior con relaciones tanto con el bloque socialista como con el bloque “capitalista”, y con el Movimiento de los No Alineados (NOAL), que lideraba. El NOAL era un grupo de países que, como el propio adjetivo indica, no querían adherirse a ninguno de los bloques. La “apertura” de Yugoslavia se debía, amén de querer cultivar la autonomía en sus relaciones exteriores, al miedo a una eventual invasión por parte de la Unión Soviética, cuya amenaza siempre estuvo latente -al menos, con Stalin en el poder ¿Recuerda alguien aquel tema de 1982 del grupo medio punk Polansky y el Ardor «¿Qué harías tú ante un ataque preventivo de la URSS?».
Por tanto, la base de los WB6 es la antigua Yugoslavia, si bien iremos desgranando los países en la segunda parte de este artículo, (esperamos que) pronto en su quiosco -virtual, en este caso.
Los más jóvenes no recuerden posiblemente ese estado que se desintegró de forma muy violenta en los años 1990, antes de que ellos nacieran o fueran unos tiernos bebés. En cuanto a los que no somos tan jóvenes, Yugoslavia era un país multicultural donde se hablaban varias lenguas (serbocroata -con variantes serbia, croata y bosnia), macedonio, esloveno o albanés, aunque se hablaban asimismo otras lenguas como húngaro, rumano, eslovaco, ucraniano e italiano. Además, se empleaban varios alfabetos: el latino, el latino adaptado (bien para escribir el serbocroata -sobre todo en Croacia- o el esloveno), y el cirílico, en sus dos variantes serbia y macedonia o bosnia.
También había tres religiones: cristiano-católicos, cristiano-ortodoxos y musulmanes, además de otras confesiones minoritarias.
Existían, incluso – y aquí nos salpica a nosotros la relación con Yugoslavia- comunidades de judíos sefardíes, que hablaban un castellano que parece sacado del Cid o de Cervantes. Podemos verlo en 0la magnífica obra del escritor bosnio Ivo Andrić «Un puente sobre el Drina» -obra que recomiendo muy encarecidamente. Por cierto: el escritor se consideró siempre “yugoslavo” a secas, no «serbo-bosnio», «bosnio-croata», etc.
En dicha novela podemos leer pasajes en los que se cita a «personas hablando español»: se trata de los judíos sefarditas (Sefarad en hebreo significa Hispania -de España no se puede hablar todavía). Este pueblo, -descendiente de los judíos expulsados de Castilla y Aragón- en 1492 tiene derecho a la nacionalidad española… siempre que puedan probar tras las sucesivas invasiones, guerras y cambios de países que eran descendientes de los expulsados. Ahí es nada. En Bulgaria tuve la suerte de conocer a una simpatiquísima señora descendiente de dicho pueblo: los sefardíes vivían sobre todo en Macedonia y en Bosnia, pero también en otros países. La mencionada señora mezclaba palabras de español del siglo XV con diversos préstamos de los distintos idiomas de los Balcanes y, con dicho bagaje y su poco español (moderno), se hacía entender.
En resumen: si quieres variedad y multiculturalidad, toma dos tazas. Vamos: que nosotros somos unos aprendices.
Yugoslavia: lo que (algunos) recordamos
Muchos, por encima de los cuarenta años, pueden quizá recordar -en función de nuestra afición por los deportes-, en primer lugar, los Juegos Olímpicos de Invierno de Sarajevo en 1984. En mi caso, recuerdo perfectamente un día: tendría unos ocho años y me manché totalmente de batido de chocolate (creo recordar que un colema) y mi madre fue rápidamente a comprar una camiseta donde, precisamente, se podía leer “Sarajevo 1984”. Los niños o adolescentes de entonces es muy posible que se hayan echado un colema encima en algún momento de sus vidas, pero sustituir la camiseta colemizada por un Sarajevo´84, disculpen, de esos no creo que haya muchos. Ya mi relación con Yugoslavia empezaba fuerte.
Ya con más edad, puedo recordar, asimismo, aquel doloroso España 1-Yugoslavia 2 de octavos de final del mundial de Italia´90: Dragan Stojković marcó en el minuto 78, empató Julio Salinas cinco minutos después y, ya en el tiempo de descuento, Stojković certificó el pase de Yugoslavia a cuartos con un gol en el minuto 92. La maldición de los cuartos…pero en octavos. Creo que -si algún futbolero no me corrige- la selección española fue la última selección a la que venció Yugoslavia en un mundial. Sí, he dicho “selección española”: eso de “la Roja”, discúlpenme, son “modernuras”, además de que los chilenos creo que lo inventaron antes. Por cierto, hechos luctuosos aparte: una curiosidad: (conspiracionistas, por favor, absténganse de conjeturas y casualidades-que-no-existen): Dragan Stojković es hoy el seleccionador de la selección de fútbol serbia. Imposible de olvidar, este Stojković.
En baloncesto, los fans siempre recordarán el estilo de juego de Yugoslavia -hasta el punto de que se le sigue llamando hoy en día “jugar a la yugoslava”: sus principios eran el juego de equipo y la fluidez del movimiento del balón. Yugoslavia logró una victoria histórica sobre la Unión Soviética en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 (en dichos juegos, Estados Unidos y otros 65 países no participaron debido al boicot en respuesta a la invasión soviética de Afganistán). Ocho años más tarde, en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, el equipo yugoslavo derrotó al equipo estadounidense en otro emocionante partido, demostrando que un equipo bien engrasado puede doblegar a las celebridades de la NBA (si bien, por entonces, EE.UU. no enviaba a todas sus estrellas). Además, en la mente de los fanáticos del deporte de la canasta están impresos nombres icónicos de jugadores yugoslavos, como Dražen Petrović, Vlade Divac y Toni Kukoč -entrebotros muchos-, quienes dejaron una huella imborrable. Del mismo modo, destacan los equipos KK Cibona de Zagreb y KK Partizan de Belgrado, que son ampliamente reconocidos y admirados en la historia del baloncesto yugoslavo y europeo.
Volviendo a la Yugoslavia “geopolítica”…
Sobre el asunto: claro que hay numerosos y buenos especialistas, pero, solamente por ubicación geográfica, es lógico que Yugoslavia no nos toque tan de cerca. No es así en Francia y Alemania, Suiza; o en Austria, e Italia, con las guerras yugoslavas de los años 1990 a sus puertas, en especial, en el país transalpino, cuyas costas adriáticas constituyeron…
“Teatro donde se han hecho
Cien mil navales tragedias”
como diría el gran poeta romántico español José de Espronceda. Y lo fueron, con las flotas de la OTAN y Naciones Unidas patrullando dicha vía marítima verificando el cumplimiento del embargo de armas a los contendientes. Del mismo modo, fue escenario de cientos de misiones desde la base aérea de Aviano, en el norte de Italia hacia Bosnia (1995) y Yugoslavia[1] (1999).
En todos los países mencionados en el párrafo anterior, los refugiados o exiliados se cuentan por miles o decenas de miles. Raro es quien no tenga un vecino bosnio por esos lares (yo lo tengo). En Suiza he visto muchísimos más.
La gira del ministro español
El Ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación español (MAEx), José Manuel Albares, realizó en abril de 2023 una gira por los Balcanes occidentales, en concreto por los mencionados WB6 exceptuando Kosovo (país que España no reconoce) y Montenegro. Es una visita de preparación para la próxima presidencia española de la UE, que comienza en julio de 2023, el mes que viene.
En cualquier caso, la visita muestra la prioridad de primer orden que para la UE representan los Balcanes occidentales. De hecho, el fin de esta gira, según el propio MAEx es “explicar las líneas generales de la Presidencia UE”. Hasta donde se sabe, los WB6 son la última frontera de la UE -en mucho tiempo, al menos. Por dicha razón, hay actores que buscan reforzar o consolidar su presencia en la zona; en espacial, Rusia y China. Sabedores de que, una vez formen parte de la UE, será más difícil operar en ellos, intentan acelerar su “asentamiento”. No obstante, tampoco está tan claro que los estados de los WB6 vayan a convertirse en estados miembro de la UE en el corto plazo. La UE tiene dudas, no se fía, no quiere otra Polonia/Hungría que les discuta los valores de la Unión. El problema reside en que las dudas consumen tiempo, que puede ser aprovechado por Moscú y Pekín para avanzar la influencia en los WB6. Lo iremos viendo.
En total, el ministro español visitó cuatro países: Serbia, Bosnia-Herzegovina (BiH), Albania y Macedonia del Norte (SM). De todos ellos hablaremos un poco, explicando – a partir de la noticia- particularidades de cada uno de ellos. También incluiremos Montenegro pues, aunque no objeto de visita del jefe de la diplomacia española, ello sucederá tarde o temprano. Curiosidad: el eurodiputado encargado de la «Delegación en la Comisión Parlamentaria de Estabilización y Asociación UE-Montenegro» es un asturiano.
El caso de Kosovo, como hemos dicho, es bastante particular, pues España no puede tener relaciones con un país que no existe -por que no lo reconoce-, por lo que se ve obligado a realizar equilibrios retóricos para que nadie piense que se acepta la independencia de Kosovo.
Un plan de reconstrucción que acabó en plan de adhesión
En primer lugar, conviene destacar que los países de la región forman parte del Proceso de Estabilización y Asociación (PEA) de la Unión Europea, desde los años 1999 y 2000. El PEA consiste en el establecimiento de unas relaciones a largo plazo de estos países. En general se trata de Europa suroriental, un área en su mayor parte antaño perteneciente al bloque del este; por tanto, de pocas relaciones institucionales con la UE (entonces CEE). La única excepción era -como no- Yugoslavia. En cualquier caso, al desintegrarse el país balcánico, hubo que empezar de nuevo con cada país, con el paso previo nada fácil de determinar qué estado sucedía a la malograda Yugoslavia.
En un principio, de manera especial con los países de la ex-Yugoslavia, se había ideado un plan de recuperación de postguerra y fortalecimiento de la paz. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, se abordó algo más ambicioso como la integración en la UE. Por eso todos los países tienen firmado con la UE Pactos de Asociación y Estabilización, una mezcla de relaciones económicas, comerciales, culturales, y concesiones y asistencia económicas para preparar el país para su ingreso en la UE.
Aunque no forme parte de la visita, va a ocupar un espacio en esta entrada Montenegro, porque no tiene sentido dejarlo fuera. Kosovo, por su parte, va a tener la oportunidad de ser tratado en posteriores ocasiones, pero no creemos pertinente incluirlo en una entrada de relaciones internacionales con España, pues no existen de manera oficial. Con todo, España ha cooperado con Pristina en ámbitos que no prejuzgan su posición a favor de la integridad territorial de Serbia, como el humanitario, la ayuda a la reconstrucción tras la guerra, gobernanza y estado de derecho, además de cooperación cultural.
Hecha esta pequeña, digresión, pasamos a los países objeto de la gira española, pero, para no hace este post demasiado largo, eso será en la siguiente entrada…
[1] Estamos hablando no de la Yugoslavia de Tito, sino de la “República Federal de Yugoslavia”, estado formado las Repúblicas de Serbia y Montenegro (1992-2003)

Antonio Francisco Rando Casermeiro (Santander, 1974) es jurista, historiador y profe. Doctor en Derecho y Relaciones Internacionales por la Universidad de Málaga, está especializado (eso dice él) en los Balcanes, antigua Yugoslavia y el este europeo -en particular, Ucrania- temas sobre los que ha escrito algunas “cosillas”. A este respecto y -aunque nadie se lo haya pedido- vuelca sin piedad dicho bagaje en el blog (no sólo) de relaciones internacionales ‘El mundo desde un taburete‘. Actualmente es profesor de español en la VHS de Colonia (Alemania). Asegura, además, ser un cuentista en todos los sentidos y disfrutar con una buena conversación.